Cimbreo de caderas. La llama mortecina de un cirio que se
mantiene en la cera derretida como un barquito de vela en medio de una laguna:
el pabilo parece navegar por la crátera del vaso. El agua será sólida cuando
venga el frío y tendrá tu cara. Ponerte en el vaso de cristal, encenderte para
que con la lentitud del tiempo poseas el temblor y el perfume antes que la
palabra o la gota de memoria. El cóctel, hembra silenciosa, está servido. La
transparencia ahora mismo es nítida de nuevo.
Antonio Arroyo Silva.
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